viernes, 6 de noviembre de 2009



Una pausa para la reflexión

Hice una pausa en la emisión de mis blogs para reflexionar sobre mis actitudes.
Al repasar todo lo presentado hasta ahora, salvo algunos, no muchos, encontré que hay demasiado reniego y un pesimismo excesivo en lo que se refiere a la vida. Producen una idea como si a mí me agradara dramatizar y no aceptara nada como verdad o próximo a ella, además de renunciar y criticar en exceso los placeres mundanos y sus divertidos mitos, o negarme a disfrutar del mero placer de vivir, y considerar sin efecto la importancia terapéutica de la felicidad. Tal vez, dentro de esa disyuntiva propuesta por Einstein, sobre que existen dos formas de ver la vida (el 50% mágico y el otro cincuenta absurdo y realista), yo me empeciné más en la segunda que en la primera. Y no quiero hacer como Ágassi y tantos otros que ahora deploran los errores cometidos en el pasado. He afirmado muchas veces que si volviera a nacer desearía vivir la misma vida y disfrutar de la misma mujer y los mismos hijos, y enfrentar iguales hechos y sucesos en mi entorno, y hasta aceptaría cometer los mismos errores que cometí. Es decir, no corregiría nada.
Lo que pasa es que al llegar a viejo y ver que mi fiesta particular está próxima a acabarse, tal vez he caído en la clásica actitud de despotricar sobre que si el vino era «peleón», el arroz estaba pasado y la fruta medio podrida. Y no deseo que ocurra así: mis circunstancias yo mismo las elegí, y lo hice «libremente» (y pongo libremente entre comillas porque no creo que ninguna elección en nuestra vida la adoptamos con plena libertad: en todos los casos tomamos decisiones acuciados por diferentes factores) «aislarme» en Puerto Rico. Simplemente, opté por venir aquí, dedicarme plenamente a mi actividad de escritor y re-inventar mi mundo, olvidándome de todo lo anterior. Estoy viviendo una etapa mágica, advirtiendo como nunca lo que me rodea y «notándome» a mí mismo como nunca antes, y ahí no caben las rabietas…
En realidad, a pesar de las vicisitudes, tengo muchas razones para considerar que la vida es un premio, una aventura interminable, un fenómeno inaudito y que consiste en eso: nacer, vivir lo más intensamente que se pueda, y después morir. Y sé que para morir hay que haber nacido primero… (Gracias, María Dolores…)

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