martes, 10 de noviembre de 2009


El principio de humanidad


En la medida que el ser va dejando a un lado su condición de humano, va perdiendo su conciencia de la vida y alejándose de los requerimientos de ésta. El error, el gran error de algunos es considerar que cuanto más humano, más perverso, aunque la perversidad se de en unos pocos. Sin olvidar que si somos humanos es porque la Naturaleza nos ha hecho así —con todos nuestros errores y nuestras virtudes— y eso es algo inevitable (a no ser que nos quitemos la vida o lo abandonemos todo y nos vayamos a la selva a actuar y vivir como niños-lobo). Y, de todas las maneras, también es digno de agradecer, porque nuestra condición humana nos permite crear y apreciar el arte, maravillarnos ante la magnitud del universo, progresar, componer e interpretar música, apiadarnos, corregirnos, sentir, tener conciencia de nosotros mismos y de lo que no rodea, aprender, amar a nuestros hijos no solo cuando son pequeños y desvalidos, sino después, cuando son mayores y solo necesitan nuestro amor como apoyo emocional… La ceguera que impone la ambición intelectual y material, es lo que creo que ha deformado al mundo, en unos casos; en otros, la falta de prevención o la esquizofrenia de algunos líderes, o la ambición desmedida. Hitler, Stalin, Mao no se caracterizaron por su pertenencia a la especie humana, sino por su ambición… El científico que tiene tan desarrollada una parte de su cerebro como para inventar una máquina destructiva o contaminadora o un arma para matar, tiene otra parte del mismo —la parte sensible, la solidaria, la de los sentimientos nobles— un tanto anquilosada, inservible por falta de uso o porque la ambición se la anula. Y de todos modos cuando un científico inicia la investigación de un proceso, o intenta mejorarlo, no considera para nada lo inmaterial, solo le importa su investigación y la fama que le traerá sin importarle el uso que se dé a su invento. Pero hay mucho fraude en torno a eso. ¿Por qué Al Gore y los «verdes anticontaminación» no han protestado por la puesta en marcha del acelerador de partículas? ¿Y por qué Al en lugar de viajar en su jet privado —que contamina la atmósfera innecesariamente—, no lo hace en un avión de línea regular…? ¿Por qué en lugar de amontonar dinero y darse una vida de millonario, no dedica sus ganancias a una lucha «verdadera» contra la contaminación? ¿Por qué los científicos tan extremadamente inteligentes no tratan de inventar algo que nos libre de los males que se avecinan? En realidad, yo creo que la humanidad ha tomado el único camino que sabe de acuerdo con su condición y su necesidad de progreso. Posiblemente si encontráramos un planeta habitado y en nuestro mismo grado de «civilización», tendrían los mismos problemas que nosotros. En este momento, el asunto es cómo resolverlos.

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