lunes, 26 de octubre de 2009
La incógnita de la vida
Sí, la vida, además de absurda, parece una zoquetada. Si hubiera sido creada y, además, fuera operada por el Dios convencional —ese Dios al que se le rinde adoración y se le cantan aleluyas y letanías— , tendríamos que pensar que se trata de un Ser terrenal con una mentalidad un tanto complicada y surrealista. Y si ha surgido de la nada, si yo estuviera absolutamente seguro de ello, pues me evitaría tener que escribir este artículo ya que no existiría una razón para presentar una reclamación porque no solo no habría a quién reclamarle sino que la vida carecería de método. Y lo que yo deseo hacer ahora, en este momento, es presentar una querella…
Veamos: Si somos obra de Dios, yo, ante el desfigurado estado de tantas y tantas cosas, en mi papel de célula con facultades de discernimiento —creada y programada por Él—, tendría todo el derecho a elevar mi protesta. ¡A quién se le ocurre inventarse un corral de patos locos como éste y dejarlo que transite al albur por tan extraños caminos! Yo que, en verdad, ni creo ni dejo de creer —en realidad, no entra en mi cabeza ninguna de las dos teorías—, si creyera que Dios está ahí, detrás de esa nube, no me escondería para llamar su atención. Me dirigiría directamente a su eminencia y, en lugar de recitarle letanías, le diría: ¿Pero cómo se puede tener la categoría de Dios y ser al mismo tiempo un chico tan descuidado? ¿De verdad estás orgulloso de haber creado este tinglado inútil, lleno de complicaciones vanas? Se ve con toda claridad que tú y tus arcángeles perseguís unos fines que no coinciden con los de nosotros, los mortales. Sólo, por alguna extraña razón, parece importarte la multiplicación y la evolución de las especies. ¿Somos sólo un experimento que nada tiene que ver con el amor, la justicia y la compasión, sentimientos tan pregonados en tu nombre por tus «empleados» de aquí abajo? ¿Nos has creado como un experimento, para ver hasta dónde somos capaces de llegar, y en qué momento haremos que tu invento reviente? Pues no acabo de ver la razón. A no ser que además de carecer de sentimientos seas un ser despiadado, y que tu entretenimiento principal consista en ver sufrir a la gente. Está claro que no te interesamos casi para nada, que no te importa si hacemos ochos en el aire o vivimos con la lengua afuera, si cometemos adulterio, o si asesinamos a nuestro vecino o le sacamos las tripas a los gatos. Antes yo pensaba que nos habías dado una serie de medios como aliento para que nos sintiéramos felices, como las flores, su perfume, el amor, el mar, el sol, las artes, la danza, la sonrisa y esas cosas… Pero no. Ya veo que la mayor parte de los sentimientos ñoños que nos has inculcado, no pasan de ser un truco, un engaño para desviar nuestra atención y evitar que te exijamos cosas más sólidas, más valiosas. Todo parece estar hecho para la proliferación de la vida orgánica: el placer que se siente al fabricar un hijo; la satisfacción de comer, el amor carnal, la facultad de hablar, la ambición de poseer más de lo que se tiene. Pero no acabo de ver el propósito, la razón, o el sentido de la vida. Pienso que puede obedecer exclusivamente a una necesidad tuya, algo relacionado con tus intereses, que forma parte de tus necesidades de nutrición, algo así como si fuésemos un criadero de truchas para abastecer el mercado…
Y bien, como no pretendo dejar este texto cojo: ahora supongamos que Dios no existe y que todo este tinglado se ha edificado solo… Que estos millones y millones de repugnantes, gelatinosas y malolientes células que nos habitan, las cuales, en una perpetua y desatada orgía, se pasan todo el santo día revolcándose entre ellas, y reproduciéndose sin ningún propósito claro, sin que lo que hacen tenga ningún propósito determinado, solo por que así están programadas «por el azar y la necesidad» o lo hacen por el placer de hacerlo… En este caso, nada tiene sentido ni justificación. Esto de aquí, la vida que nos rodea, al ser totalmente absurda y sin ningún fin, carece de razones para exigir un comportamiento. Aquí no existe la ética, ni la bondad, ni el perfume de las flores. No trascendemos. No tenemos futuro. ¿Almas vagando entre las nubes mientras tocan la lira? ¡Ja, ja, ja.! Pero, ¡por favor! ¿Quién sería el loco que se inventó tal figura? Tampoco la sonrisa es un signo de amor, sino una simple contracción grotesca y nerviosa de los músculos faciales. La ciencia, los discursos, la filosofía, la poesía, el arte, es pura charlatanería porque carece de trascendencia ya que todo está hueco, vacío. Mañana este planeta se quedará inerte y será un pedrusco más de un color gris apagado, dando vueltas tontamente alrededor de un sol que también perecerá con el tiempo y, después, solo quedará el silencio, la noche. Todas esas linduras inventadas por el hombre desaparecerán eternamente… Y con el paso del tiempo, tal vez, un meteorito despistado volverá a chocar con este pedrusco y posiblemente se creen otra vez las condiciones apropiadas para generar la vida y, ¡hala!, otra vez a comenzar: genes por aquí, amebas por allá, células locas, líquidos extraños borboteando basura, bacterias convulsas, lluvias de ácido, ¡pollas en vinagre! ¿Todo ese lío para qué? En realidad, si no existe Dios, las guerras, el hambre, la ambición, la insolidaridad, la mentira, el aprovechamiento de unos pocos a costa de la pobreza y las angustias de otros, son otras tantas acciones humanas lícitas, sin ningún sentido de pecado, algo que no tiene por qué juastificarse. Claro que yo me pregunto: ¿y por qué habrían de justificarse? En realidad, son actitudes tan valiosas, huecas e ineficaces como las demás porque, sin Dios y siendo lo nuestro una especie de aventura provisional, ni el mal ni el bien existe y carece de sentido implantar una reata de normas morales, que solo serían virtudes inventadas por los listos de aquí abajo para engañar a los tontos de una escala inferior y para que éstos se avengan a sus deseos mediante las amenazas de la condenación eterna. No. Sin Dios no hay esperanza ni la Vida tendría explicación alguna…
(La foto del encabezamiento de este artículo podría ser de mi hija Mónica, pero ella no puede estar en dos sitios al mismo tiempo, porque también es la que aparece ahí mirando al firmamento y preguntándose: ¿Qué es la vida? Será entonces de su marido Serafim…)
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