martes, 20 de octubre de 2009



¿Cómo interpretar la vida?


Según Einstein, "Hay dos formas de vivir la vida: una es pensando que todo es un milagro; la otra es pensando que nada lo es." Es un pensamiento curioso éste, más si consideramos que salió de una mente como la de Einstein, un hombre dedicado a desentrañar la vida mediante la ciencia, a desmenuzarla y sacar conclusiones. Indudablemente que la vida tiene eso, que depende de cómo la miremos.

Por ejemplo, la rosa: ¿cómo no podemos sentirnos subyugados al contemplar una rosa? A mí las flores, en general, me emocionan, elevan mi pensamiento, cambian mi temperamento, lo suavizan, me convierten en un ser agradecido a la Vida… Pero las rosas me trasladan a la cuarta dimensión. Solamente con contemplar una, ver sus pétalos aterciopelados, delicadamente arqueados envolviendo púdicamente sus partes internas, como protegiéndolas, u oler su delicada fragancia, mi mundo espiritual se expande, mi pensamiento se aproxima a la creencia en un ser superior sumamente bondadoso.

¿Cómo sería un mundo sin flores? Desde luego, no habría abejas, ni mariposas, ni colibríes… Pero yo no creo que sea esa la única razón de su existencia. Además, ¿por qué algunas aves, algunos insectos, la mayoría de las mariposas viven de las flores y hasta las polinizan, y otras de la misma especie obtienen su nutrición de los excrementos? ¿Son la representación de los malos y los buenos?

Yo no puedo imaginar la presencia de la rosa sin haber sido construida por las manos de un ser asombrosamente poético, delicado e impregnado de amor. Dentro de algunas religiones —la cristiana entre ellas— se supone que la creación obedeció a un impulso de amor de un ser creador. Bien, pues la presencia de la rosa es el mejor símbolo del amor… Hay veces que, como un divertimento intelectual y poético —y sin que nada haga suponer que poseo creencias religiosas—, me dedico a elucubrar en lo que un posible Dios todopoderoso habría sentido antes de crear cada uno de los elementos que componen el mundo o la vida, es decir, los hechos que la biblia le atribuye que creó con un chasquido de sus dedos: los ríos, los animales, los peces, las plantas, la luz, los seres, etc. y me sale un apunte de corte poético acerca de lo que sintió ese ser en el momento que decidió crear la rosa: «Dios deseaba entregar a los seres algo que fuera el gran símbolo de su amor, y se quedó observando las nubes blancas, algodonosas; las plumas de las aves, el terciopelo de las arenas del desierto; las aguas quietas de una laguna; la tersura y la suavidad del azul del cielo… y pensó en cuál podría ser el objeto que contuviera todas esas maravillas dentro de una sola representación: entonces creó la rosa…». Claro, después de este desgaste mío en el departamento imaginativo de mi cerebro, llegan los científicos y dicen: «No, si la presencia de la rosa y de las flores en general obedece a la conjunción de los ácidos nosequé, nosequé, con las moléculas invertidas del… y la descomposición originada por los rayos solares», y adiós poesía. Todo queda supeditado a unas esferitas girando a toda velocidad sin saber por qué lo hacen… ¡No, si es que somos nada!

1 comentario:

  1. Hola Jacinto,
    Muy significativo este último texto tuyo.
    Me ha gustado mucho, te agrego a favoritos...
    Dolores (hija)

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