jueves, 8 de octubre de 2009



Forzar la vida


¿Estoy forzando mi vida hacia formas no naturales? ¿Estoy intentando adoptar posiciones en las que apenas creo o a las que mi equipo genético se opone? Veamos, pongamos la mente en orden: hay dos espacios, dos sentidos, dos interpretaciones opuestas de la vida cada una de las cuales he tratado de insuflar en los personajes principales de mis novelas, Víctor y Pedro. El primero, Víctor, en De la misma tela que los sueños, tras la muerte de su mujer, se siente en la obligación —atendiendo también a recomendaciones de su amigo el neurólogo Horacio— de reformarse y reconstruir su vida conforme a unos cánones éticos procedentes de algunas proposiciones filosóficas importantes pero cuya autenticidad no ha sido demostrada: el amor espiritual, la compasión, el sentir común y social, la bondad, ciertas creencias o deseos de creer, los bueno hábitos, la honradez consigo mismo y con los demás, la interpretación un tanto apícola de la vida (disciplina, trabajo, etc.), la institución familiar, la amistad a todo trapo, la renuncia, el sacrificio, la puntualidad, el respeto… Y está la segunda teoría representada por Pedro en Lo demás es silencio, que, aunque no está del todo perfilada, se dirigirá hacia la descreencia, el desamor (a su manera), la fe exclusivamente en el presente, el fastidio y cierto irrespeto ante las imposiciones sociales, el disfrute de la sexualidad y de todo lo relacionado con los sentidos corporales como ver, oír, gustar y tocar; la insensibilidad hacia la mayoría de los milagros, el escepticismo, el consumo de alcohol, la fiesta, la relación con mujeres exclusivamente con fines sexuales; la búsqueda continua de todo lo voluptuoso, el respeto a las normas sociales no por convencimiento, sino por exigencias de la ley… O sea, dos formas, dos criterios, dos actitudes, dos sensibilidades donde, cada una de las cuales, puede ser considerada válida en la mayoría de los aspectos. Pero, el tema que intento resolver aquí es el siguiente: ¿En cual de los dos criterios estoy yo insertado? No hay duda de que si soy el creador de esos dos caracteres, de esos dos sentimientos hacia la vida será porque ambos pueden formar parte de mi personalidad. Él único interrogante es saber por cuál de ellos me inclino más, porque a veces —como hoy— me acuesto envuelto en uno de ellos —el de Víctor— y me levanto despojado de prejuicios y convencionalismos y muy cercano al sentir de Pedro. Esa dualidad es la que me preocupa. Así que estoy en esas: tengo que encontrar una aproximación a una orientación moral, aunque sea leve, y el consiguiente convencimiento de su validez práctica y espiritual…

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