viernes, 9 de mayo de 2014


La Naturaleza 
promueve el amor
Existen en la Naturaleza algunas leyes inmutables, fijas, de condición natural, que son necesarias para la vida, y que producen la idea de que alguien las ha creado dado que hay en ellas un estructuralismo y una asociación, una utilidad evidente que demuestran que han sido edificadas ladrillo a ladrillo, es decir, que de ninguna manera se han podido fabricar solas y así porque sí. Se puede apreciar que están realizadas para promover un plan en el cual basar el funcionamiento del mundo o de un asunto en concreto, así como la progresión y el desarrollo futuro de la vida. Una de ellas es la normativa impuesta con el fin de que los seres nos multipliquemos. Para que un ser humano pueda acceder al mundo, se requiere, como partida básica y desde el punto de vista biológico, de un padre y una madre. Un padre que produzca y expida un espermatozoide, y una madre que lo reciba y aporte el óvulo necesario para ser fertilizado. Y para que se efectúe esta acción, se introdujo toda una parafernalia donde intervienen la atracción de sexos, el deseo sexual, el llamado amor con toda la aportación de pasiones, sentimientos y movimientos sociales que representa. Debe existir también en ambos cónyuges el deseo y el interés en crear una familia, y someterse al compromiso común para sacar adelante al hijo recién concebido: darle educación, alimentarlo y convertirlo en un ser que sobreviva y que aporte en el futuro su apoyo a la sociedad. O sea: que llegue un momento que el individuo en cuestión sea capaz de valerse por sí mismo y reiniciar el proceso creador. Y este andamiaje, esta obra de evolución, de «azar y necesidad» no tiene nada porque responde a un requerimiento, donde se conjugan biología, sentimiento, placer y estructuralismo. Y está muy claro que detrás de todo ello existe un pensamiento impuesto, una idea, una necesidad. Que seamos el resultado de una concepción cultural y social de una mente muy superior a la nuestra, es un asunto aparte. Fíjese que hasta se ha llegado a pensar que somos la creación virtual de una raza de seres superiores. Vamos, como si fuésemos el resultado de los experimentos en una especie de «Silicon Valley» situado en un mundo cuya civilización y cultura está muy por encima de nosotros…

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