Qué curioso esto de los sueños. Es como si estuviese desarrollando una historia ajena a mis propósitos y sin relación con ellos (ni con nada que haya pensado u ocurrido antes).
De nuevo me encontraba en ese mundo extraño, de otra dimensión, donde tú puedes estar ahora, que no sé cómo denominarlo ni sé siquiera si existe. Esta vez se trataba de un mundo exterior, pero estaba representado por una calle algo árida y polvorienta. Llegué hasta allí de una forma cinematográfica y que podríamos denominar como estrafalaria: iba en un coche medio destartalado con aspecto de ser bastante antiguo. Circulaba dando botes por una carretera llena de baches. Ignoro quién me lo había proporcionado. Conmigo venía una persona que, aunque puedo describir como alguien muy conocido y muy cercano a mí, no acabo de identificarle. Al llegar al lugar donde alguien me había comunicado que tú vivías, vi una cantidad de gente deambulando por la calle, una calle polvorienta, como aquellas que solían salir en el viejo cine americano del Oeste. Todos iban vestidos de negro y su ropa era bastante fea y deteriorada. A un lado había una casa como de madera un poco derrumbada y poco atractiva. Me causó extrañeza que tú vivieras allí tan pobremente. Cuando llamé, salió un niño a recibirme (que también tengo la sensación de que era conocido, pero no puedo saber de quién se trataba) para informarme que tú estabas trabajando, y no tardarías en llegar: que esperara un poco. Pero me hizo esperar en la calle, cosa que no me gustó mucho porque todo el mundo me miraba de forma amenazadora, como si yo fuera un invasor. En eso estaba cuando llegó un coche muy elegante que venia a traerte, y el conductor, que estaba uniformado y con gorra de plato, me dejó pasmado cuando vi que se bajaba del automóvil y se adelantaba a abrirte la portezuela (y no se trataba de un taxi, sino de un coche particular). Cuando te apeaste del coche, al verme pusiste una expresión que parecía de contrariedad. Vestías toda de negro y creo recordar que llevabas algo puesto en la cabeza. Yo me acerqué a ti y te abracé sin esperar a que tú hicieras el ademán de abrazarme a mí, e hice el intento de besarte en la boca. Pero tú entonces giraste la cabeza hacia el otro lado como queriendo evitar que tu boca y la mía se juntaran. Al mismo tiempo te oí decir que no querías pegarme la gripe (lo cual me pareció una disculpa bastante pueril y sin mucho sentido). Entonces te di el beso a un lado de la cara, pero al dártelo noté que tu piel estaba áspera, como apergaminada, incluso con pequeñas escamas, o pudo ser que al contactar mis labios con ella me pareciera que tu cara era de cartón. Aunque externamente no se te notaba, y el aspecto de tu cutis era como cuando vivías en la tierra. Me parece recordar que venían contigo otras personas, pero no estoy muy seguro. En ese momento me desperté con una sensación extraña en mi boca y una opresión en el pecho (y en el alma).
No hay comentarios:
Publicar un comentario