martes, 17 de julio de 2012


«¿Qué pasaría si pasara?»
«¿Qué pasaría si pasara?» como dice una popular canción brasileña. Es decir, me refiero al problema de las «regiones» españolas (¡Perdón!, quise decir Autonomías, con mayúscula aunque, eso sí, un tanto forzada). Supóngase que el Gobierno propone que se efectúen referendos en aquellas comunidades que «sufren» el conflicto histórico (la mayoría de las veces inventado) permanente en relación a su independencia o, mejor dicho, que están todo el día rebozándonos por el hocico el tema de su independencia… Y nos referimos al País Vasco, Cataluña, Galicia, tal vez Asturias, y pudiera ser que Andalucía, mencionados por el orden que impone su obcecación. Supongamos que antes de efectuar las campañas de dichos referendos se hace saber a los ciudadanos con voto, los antecedentes, los pros y los contras que tal paso conllevaría: por ejemplo, salida automática de la Unión Europea y del Euro; creación de una moneda propia —con un valor muy bajo casi seguro—; sufragar la parte que les corresponda de la deuda exterior contraída por España; abandono de sus equipos de fútbol, baloncesto, etc. de las correspondientes ligas españolas; creación de sus propias estructuras de abastecimiento interno (luz, agua, petróleo, gasolina, etc); fundación de sus propias embajadas y consulados en el exterior; modificación de sus códigos penales, sus leyes en general, su policía, y crear su propio ejército; implementación de sus pasaportes  «nacionales» y sus carnets de identidad, entre otros e innumerables asuntos complicados. Supongamos que una vez puestos en antecedentes los ciudadanos, se efectúan los referendos consiguientes y donde ganen los separatistas, se les da la independencia de inmediato y sin más remilgos; donde ganen los que defienden la integración, pues continúan como están. Y, en adelante, ya no se vuelve a decir ni una palabra más sobre el tema, ni se vuelven a hacer ademanes demagógicos, ni lloriqueos, ni quejas como han hecho hasta ahora los separatistas.
¿Y qué pasaría después? ¡Pues no pasaría nada! Al contrario, lo que quedara de España sería más España, no se avergonzaría de cantar el Himno, ni de exhibir la bandera, ni le soltaría rechiflas al Rey, y todo el mundo se sentiría orgulloso de ser español. La vida a partir de entonces sería más tranquila, más llevadera, más aceptable. Nosotros, los castellanos, los leoneses, los cántabros, los aragoneses, los valencianos, los extremeños, una mayoría de los navarros, seguiríamos siendo tan felices o tan desgraciados como lo hemos sido hasta ahora. ¿Que ha pasado en la antigua Yugoslavia? ¿Qué ha pasado en la antigua Checoslovaquia? ¡Nada! Al contrario: tal vez ahora existe más tranquilidad y se acabaron para siempre los atrasados y provincianos nacionalismos, las perversiones nacionales, los engaños… Aunque eso sí, han perdido categoría como país y se enfrentan una mayor pobreza…
No hay duda de que los nacionalismos tercos y obcecados son propios de gente atrasada y regularmente civilizada. ¿Qué beneficios creen que van a recibir con la independencia además de ver aumentada su miseria? A mí, castellano de pura cepa, me tiene sin cuidado que Cataluña se quede o se vaya. Es más, si se van, España, los españoles, reaccionaría más positivamente. Es decir: los que estamos aquí es porque queremos ser españoles… ¡Ah! Y después no estaríamos oyendo después los llantos en el muro de las lamentaciones, o esos despropósitos que se oyen constantemente, como los relacionados con los dirigentes del Brasa (que Dios confunda)…

No hay comentarios:

Publicar un comentario