sábado, 30 de octubre de 2010


Me rechinan los dientes…


Es que me rechinan los dientes, me salen espumarajos por la boca, el corazón se me acelera como el motor de un bólido de fórmula uno, mi intestino ruge sin parar… Solo tengo que repasar la prensa diaria española y ver los despropósitos, las contradicciones, las majaderías, las falsas noticias, las declaraciones sin sentido, las posiciones políticas obcecadas y sin significado social alguno, la publicación de opiniones no ya contrarias al sentido común, sino incoherentes y desbaratadas, y, lo peor de todo: unos dicen que sí a una cosa, y otros que no a la misma, sin pararse a considerar si es conveniente o no para el pueblo. De derechas o de izquierdas, las cosas, el deterioro, tiene el mismo significado. Filosóficamente, solo puede ser bueno o malo. Pero, llega un momento que el lector común se pregunta cuál es la verdad de una noticia, qué patrañas o qué intereses se esconden detrás de tal opinión, qué efectos personales defiende. Este país, surrealista como pocos, no escarmienta, no acaba de adoptar un papel fidedigno, huye del sentido común. Y digo yo, ¿es que aquí se trata de defender solo los intereses propios, sin tener el mínimo sentido de los problemas ajenos? ¿Seremos tan burros como nos definen los noruegos? ¿Tan ficticios como opinan los franceses? ¿Tan cortos de inteligencia como aseguran los ingleses o los alemanes?

Es evidente que este señor y sus secuaces nos tratan a los españoles como si fuéramos tontos… ¿Te has fijado en este nuevo Rasputín o Maquiavelo que se ha buscado ahora para que dé la cara por él? A Rubalcaba sólo hay que verle su cara, su expresión, esa mueca-sonrisa que esgrime, su falta de seriedad, su amor a la mentira, la ironía malsana con que juzga a sus contrincantes… Si en psicología se asegura que «la cara es el espejo del alma», a este señor solo hay que contemplarle un momento, oírle hablar, ver sus gestos y el movimiento de sus manos para formarse un juicio. A veces parece un marciano con su cerebro abultado, un extraterrestre con una moralidad distinta. ¿Habrá en él ni tan siquiera un ápice de amor a España?

Pero esta España de hoy es así: desconcertante, provinciana, grosera, mentalmente descentrada, donde los «chorizos» crecen por doquier. Claro, ¿qué podemos esperar de alguien que usa su ceja circunfleja como reclamo, o su sonrisa estereotipada y fingida para convencer de que todo está bien, o que usa las supuestas ofensas a los «morritos de la Pajín», para juzgar la valía política de la oposición (lo cual no pasa de significar una descomunal tontería que a los españoles no nos afecta para nada…). ¿Habrá alguien que crea que España saldará sus problemas con esa niña cursi metida a jugar a las casitas… Solo hay que verla cuando tuerce su «morrito» porque su papito no la dejó que trajera su osito al parlamento. Y conste, no es machismo ni nada por el estilo. Esto no es un teatro. Es solo cuestión de valores, de someterse a la verdad. ¿Si analizaríamos si esta chica tiene condiciones para ayudar a salvar a España del naufragio, que puntuación sacaría? Eso sería lo único que importa.

¿Es que este señor ni siquiera tiene inteligencia para detectar lo que esperan de él los españoles? ¿Es que cree que solo sirven las mentiras, las continuas promesas incumplidas, las frases estúpidas, los desvíos de atención ante los asuntos fundamentales…? Tenemos, por un lado, el más grave de todos los tiempos: ¡el desempleo! ¡¡Cualquier español, por humilde que sea tiene tanto derecho a trabajar como tienes tú, Zapatero!! O es que piensas que eres un español (ignoro si es conveniente aplicarte esta denominación) privilegiado (como Felipe González, del que se decía que tenía un clavel clavado en el culo…). ¡Analiza el desplome económico de tantas familias, carajo!, y atiende a los que pasan hambre (solo tienes que ver el índice de aumento de la gente atendida por Caritas este año), que ellos te eligieron confiando en ti; elimina los gastos excesivos, inútiles y no justificados, las subvenciones a los amiguetes, a las ONGs que no rinden fruto, los sindicatos inútiles, a los que hacen el signo de la ceja con el dedo, que solo son unos pelotas de mierda (¡que trabajen, coño, o que se vean en el paro para saber lo que es!). A ti lo único que te importa es mantenerte en el poder. ¿Y España, qué?

Y es que en este País (España), todavía existe el caudillismo y el estilo de república bananera, el pelotazo (creado por Felipe González, no hay duda), el enchufe y la martingala. Mira el índice de descenso en todos los capítulos importantes de la economía y la sociedad para que te des cuenta de lo mal que lo estás haciendo…! Yo ignoro si el que venga después lo hará mejor (peor no, desde luego, porque es imposible). Pero la democracia, entiéndelo, me da la posibilidad de que si viene uno que tampoco funcione, probar con otro, y si éste tampoco da la talla, cambiar a otro, y si éste no, a otro, y a otro… Y así hasta el infinito…