Aprendiz de brujo
¿Qué he descubierto acerca del misterio de la vida después de haber vivido 78 años? Poca cosa, casi nada, más bien poco, detalles ínfimos la mayoría procedentes de la imaginación… Y eso que he metido en mi mollera cuanto libro de literatura, filosofía, metafísica, espiritualidad y ciencia ha caído en mis manos. Es más: los fenómenos que di como aceptados en mis años jóvenes, o sea, muchos de aquellos mitos que me fueron inculcados en la escuela (o por los mayores bajo amenazas), relacionados con el origen y la composición de este mundo —así como sus propósitos—, según aumentaba mi edad, fui distanciándome de ellos mientras hacía lo posible por penetrar y descubrir las verdades de auténtica trascendencia… pero, al final, todo se fue amorteciendo hasta acabar por eclipsarse definitivamente, y solo me dejó un vacío o, si acaso, una complicada mezcla de dudas y decepciones. Yo ya sabía que esta inclinación al razonamiento acabaría por cumplir el papel de exterminador.
Claro, ahora, con Internet, han aumentado las posibilidades de acceder a un mundo de conocimientos, y se tiene mayor acceso a la Filosofía o a las Ciencias, además de tener la oportunidad de constatar criterios con otras personas y, considerando que hay gente —no mucha, desde luego— que posee un pensamiento amplio y sensible, algo se aprende, pero tuve la oportunidad de ver que todos, evidentemente, sufrimos los mismos problemas para hallar una conformación existencial… Y es que en la misma medida que se accede a lo inconmensurable, las dudas crecen y, cuando más se profundiza, menos posibilidades hay de aclarar el sentido de la vida.
No obstante, existen muchos científiquillos muy seguros de que lo saben todo, que te dicen que el mundo no lo hizo Dios, que fue producto del bing-bang, es decir que provenimos del enorme reventón que dio un cuerpo celeste cuando ya no pudo soportar su propia contracción ni la densidad tan enorme a la que estaba sometido por su propia fuerza de gravedad. Y fue cuando explotó y ahí se creó la materia estelar, o sea, las galaxias con la Osa Mayor y la Menor, el Centauro, la Vía Láctea, la Casiopea y la Cruz del Sur, o las conocidas Virgo y Leo, y entonces, siguen afirmando ellos, se desprendieron unas partículas que más tarde se convirtieron en estrellas, con luz propia, y otras con luz interior, que se transformaron en planetas. Y en alguno de éstos —en varios o en casi ninguno—, o al menos en la Tierra —gracias a su posición privilegiada respecto al Sol—, surgió la vida, pero aceptemos que lo hizo en unas condiciones poco propicias, quiero decir, surgió la vida dentro de unas repugnantes aguas sulfurosas y agitadas, combinadas con gases verdosos, irrespirables y nocivos, y unos volcanes que no se cansaban de escupir lava. O sea, todo surgió dentro de un caos atmosférico general, acompañado de unas terribles tormentas eléctricas que continuamente mandaban rayos y centellas a nuestra superficie…
Y me da por preguntar yo ahora a los científicos: ¿no es aún más imposible que surja la vida ahí, en medio de ese terrible ambiente? Porque, entre esto y el gracioso chasquido con los dedos de Dios («¡Hágase la luz!», etc.?) para que aparezcamos nosotros, la vida, los animales, las plantas, y los ríos, casi me inclino por éste: es más limpio, más espectacular, más consolador y, además, el paisaje se torna más candoroso, más poético, más dulce… ¡Ah!, y nos da los elementos suficientes para justificar el sentido de la vida… En general, el chasquido de dedos hace que uno se siente más feliz, y no esté tan atemorizado ni sobrecogido como en este otro caso, que nos hace creer que nuestra vida depende de un hilo y que en cualquier momento una pieza de esas puede desequilibrarse y nos vamos todos a tomar por donde nos salen los alimentos no metabolizados… o, pasado el tiempo, todo volverá a contraerse hasta convertirnos en una especie de esqueletos prensados.
¡Ah, ya sé lo que pasa! Que en estos tiempos de crisis, lo que quieren es quitarle las llaves del Cielo al pobrecito de san Pedro y dejarle sin trabajo. ¿O es que piensan por casualidad que ahí arriba sería conveniente —para guardar la apariencias— renovar el gabinete, como acaba de hacer en esta España el señor Zapatero…? ¿Y son ustedes tan ingenuos que piensan que, así, podrían irnos las cosas mejor? Pues esperen a ver qué pasa…
¡Si es que me está pareciendo a mí que el que manda ahora en el Universo es el propio Lucifer! Lo digo porque la forma como se están desarrollando las cosas en el mundo, no dan pie para tener otros pensamientos más optimistas…