jueves, 20 de septiembre de 2012



¿Útiles para nada?

Aún así, y aunque me sitúe en un involuntario desacuerdo con el pensamiento científico y con mi propio pensamiento, intuyo que la vida tiene una razón, un propósito determinado. Tiene que haber una clave, una partitura para que se componga esta música. Los humanos —aún admitiendo que vivimos inmersos en el mito, en la fábula, en la superstición, en el sueño y en el engaño—, tenemos que estar aquí por una razón determinada… La Naturaleza, Dios, el diseñador, la voluntad del universo, sea quien sea quien nos ha creado, no lo ha hecho como un entretenimiento trivial o pasajero, sino por una necesidad apremiante, como una tuerca más en la composición del universo. No tendría explicación que se produjeran unos instrumentos tan sofisticados como nosotros, tan complicados, con un cerebro capaz de concentrar millones de archivos, con unas neuronas programadas cuyo instinto actúa al margen de nosotros mismos, o un establecimiento que es portador de células las cuales hacen lo que hacen con un propósito concertado. Tenemos un organismo donde late un corazón y nos da vida; despunta un espíritu para que valoremos nuestras acciones y el entorno donde habitamos, se agita una conciencia que nos trae las dimensiones del horror, la felicidad y el arrepentimiento; se funde imaginación con creatividad, alberga sentimientos de admiración, y posee una orientación inagotable hacia el infinito…, ¿y todo eso para nada, sin una aplicación concreta? 
Y está la multiplicación de los seres, esos seres que partimos de un compuesto químico y fertilizante mezclado con un sentimiento de amor, donde, una vez que el óvulo es fecundado, se inicia la obra magna de la creación del feto donde las células comienzan a tomar partido, a decidirse por convertirse en mata de pelo, o en corazón, o en hígado, y así van construyendo las distintas partes del ser. Y sin saber de dónde parte la orden, unas se dedican a elaborar un cerebro, otras a dar vida a las neuronas; otras más forman los ojos con una infinidad de detalles mágicos; otras el corazón o el hígado… ¿Quien les ordena cumplir tan diferentes papeles hasta que el ser está listo para ser parido y para construir (o destruir, según se mire) las diferentes parcelas de la vida. 
A la par de nosotros —para que podamos sobrevivir—, se ha creado la recolección agrícola para surtir nuestros alimentos; el oxígeno para nuestra respiración; el agua, el sol para nuestro fortalecimiento muscular… ¿No es demasiada armonía para que consideremos que todo puede existir por un simple capricho del azar? 

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