La influencia del amor
Sí, explícamelo, esclarécemelo, prodúceme la inspiración que necesito para determinar cuál es el juego de la vida. En principio, no tengo dudas en afirmar que es el amor, pero necesito perfilarlo con absoluta certeza. Admito que nos podemos desviar, podemos poner nuestro punto de interés en otros asuntos materiales, e, incluso, morales; podemos ser desplazados por la ambición material, o por el deseo de destacar en una función determinada; incluso los deseos lúdicos, los sentimientos frívolos, nos pueden conducir por distintos derroteros, pero por encima de todo está el amor auténtico, el verdadero. Y conste que de esta argumentación no excluyo el amor sexual, pero creo sin lugar a dudas que es el amor espiritual lo que impera, lo que se impone sobre nosotros. El amor sexual bien interpretado puede ser una consecuencia del amor espiritual. Fíjate en mí. Yo, que ahora, a mi edad, siento que el sexo no es lo primordial en mi vida, que ha pasado a cumplir un papel secundario, ambiguo, que ya no me quita el sueño, siento el amor como nunca lo he sentido antes. Estoy más necesitado que nunca de ese sentirse amado que se generaba en ti, de esa identificación casi plena contigo, de esa comunicación íntima, de esa mirada complaciente tuya, de esa sonrisa que alentaba mi vida, de esa interpretación nuestra de un aria lírica a dos voces, de ese ver crecer a nuestros hijos tomados de la mano. En medio de la lucha por la vida, nos desviamos, nos desatendemos de la pasión amorosa, pero el amor está ahí, presente, alentando los dones sensibles. Si yo a lo largo de la vida he ido permitiendo que tú me reconozcas, que conozcas mi virtudes y mis flaquezas, y que te des a conocer por mí, si siento que me he ido formando gracias a tu proximidad, a tu actitud compasiva; si he ido aceptando y dando forma a la vida mientras me miraba en tus ojos, no puedo interponer la frivolidad...
lunes, 5 de enero de 2015
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