viernes, 8 de enero de 2016


¿Seré una neurona?
¿No tuvimos un principio? Pues tendremos un final. Eso es fácil de predecir… Lo extraño es que en ese intervalo, entre el principio y el fin, hayan nacido seres, que nuestro mundo se haya visto poblado por animales, plantas y personas… Que hayan existido humanos que advirtieran y se admiraran ante el milagro de la existencia. ¿Para qué y por qué, se preguntas todos o la mayoría? Si todo es casual (gracias a confluencias biológicas y químicas; gracias a una física apropiada y provisional, como la cercanía del sol, la atmósfera que nos protege, la fuerza de la gravedad, el oxígeno y el nitrógeno, el desarrollo de alimentos), es una maravilla; si somos creados por alguien, también, aunque en ninguno de los dos casos se ve una finalidad concreta. Si es casual que poseamos sentido de la belleza, que una parte de nuestras neuronas produzcan música y poesía, que tengamos sentido del bien y del mal; que aspiremos a progresar tanto científica como espiritualmente, es una maravilla. Y si todas estas funciones nos han sido dadas, es otra. Pero no deja de ser todo esto un enigma descomunal. Tendría todo esto un explicación si después de la muerte emigremos a otro mundo y nos encontremos con nuestros seres queridos, que acumulemos la experiencia anterior para crear otro mundo más perfecto, pero eso de nacer y morir sin una razón de peso, no tiene explicación alguna. Mis padres me trajeron al mundo; entre mi mujer y yo trajimos a nuestros hijos y ellos concibieron a mis nietos, a mis bisnietos, y a mis tataranietos, ¿y eso para nada? Pues no deja de ser una aberración, un desatino, un viento fatuo. Leía el otro día que en nuestro cerebro, entre nuestras neuronas existe una especie de parlamento, y que entre ellas hay unas que estás de acuerdo en determinada cosa y otro grupo de ellas en desacuerdo y que a veces tienen sus porfías… Y me pregunto: ¿sabrán ellas que nos están poblando? ¿Sabrán que sus decisiones influyen en nuestras vida, en nuestro hacer diario, en nuestro ingenio, en nuestros actos? Yo ya empiezo a pensar que soy la neurona de un desquiciado, o la de un iluso, o la de un glotón al que solo le gusta lo dulce… Tal vez no soy una neurona, sino un microbio, una bacteria, un virus, o también puedo ser un desecho intestinal en espera de que me caguen y acabe convertido en polvo. He pensado que desde mañana me voy a bañar tres veces al día, por si acaso…

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