sábado, 14 de marzo de 2015


La ventaja de ser un «gluino»
De cualquier manera, si sometemos nuestro pensamiento y supeditamos nuestras decisiones a la razón y a la elucubración científica, acabaremos por desmitificar la vida, despojarla de la mayor parte de sus atributos emocionales y espirituales, y, posiblemente, llegará un día que lo resintamos angustiosamente. Una cosa es obtener de la ciencia lo que nos permite evolucionar en el plano de la salud, progresando, por ejemplo, en el conocimiento de las enfermedades y sus remedios, o en la comunicación, o en la concordia humana, o en la apreciación del arte, y otra que la ciencia elimine nuestros mitos, atentando contra nuestra imaginación y contra nuestra fantasía, como intenta hacer Dawkins y otros «sabios» de su talante. Ayer leía las manifestaciones de un científico español –Luis Álvarez-Gaume– acerca del Bosón de Higss así como una serie de artículos relacionados con el inconcreto y enormemente costoso «acelerador de partículas» o LHC, cuyo valor «práctico» es altamente incierto y, hasta cierto punto, confuso. Los conocimientos físicos que representa esta magna obra construida en los Alpes, entre Suiza e Italia, cuya investigación, dice, acabará por descubrirnos y ponernos al tanto de nuestra desoladora realidad, casi me sobrecogen: ¿como es posible que en estos tiempos de escasez, de corrupción, de desempleo, de engaños, de hambre en muchos ámbitos de la Tierra, venga un científico a hablarnos de algo que, además de tener un alto costo, carece de una aplicación práctica y concisa. En estos tiempos que atravesamos, ¿que nos importa que el Higgs sea una partícula fundamental o una partícula compuesta, o que el núcleo esté conformado por protones y neutrones? ¡Cuán lejos están estos científicos de esos seres que por las noches, en las calles de Madrid, se acercan sigilosamente a los contenedores para obtener sus alimentos…! ¿Se muestra usted satisfecho o satisfecha de que, dado el alto costo de dicho instrumento, tanto en esta máquina como en su resultado –tras intentar ponerla por segunda ocasión en marcha–, solo haya expresiones como «quizás» y «veremos a ver si hay suerte» , o que «se van a producir una gran cantidad de gluinos, un tipo de partículas que serán las compañeras supersimétricas de los gluiones, que funcionan como un pegamento que unen varios quarks para formar partículas complejas? Pero, dígame: ¿en qué nos estamos gastando el dinero? Según este científico, con estos experimentos podremos saber «lo que pasó en el universo a raíz del Big Bang, como si a alguien le importara tal cosa y menos a un costo tan elevado. Estamos aquí, ¿no? ¿Y podemos extasiarnos ante el paisaje? ¡Eso es lo que importa! En realidad, esos científicos no reconocen a Dios, pero han construido su dios dentro de sus enrevesado mundo nuclear y en sus gluinos. ¿Somos nosotros más felices que, por ejemplo, aquellos celtas de antaño que danzaban y tocaban instrumentos ante sus dioses hace más de tres mil años? ¡Al menos ellos estaban seguros de su procedencia y su destino, y todo lo resolvían con sus dioses…! 
Y lo más pasmoso es que lo que deparará esta segunda puesta en marcha del acelerador de partículas, todavía no lo sabe nadie, ni los que lo manejan. Ellos están en una situación de «a ver si…», de «tal vez nos encontremos con…», «es posible que…». Todo es incierto, todo se limita a un tanteo, y hasta pudiera encerrar cierto peligro en las funciones de nuestra Tierra. Pero este mismo científico que asegura que «esta actividad es muy divertida», así, tan ufano, ignora que los 10.000 millones de euros que ha costado hasta ahora dicho complejo y los casi 200.000 ordenadores que controlan su funcionamiento a 100 metro bajo tierra se está pagando un alto precio para solo estimular la pedantería exultante de un grupo de científicos desligados de las necesidades humanas y de sus requerimientos, para los que la metafísica no significa más que el de un rollo de papel para limpiarse el culo. ¿Qué piensan descubrir? ¿Que no existe ningún dios que controle la vida, que todo es física, y que su dios está escondido en el núcleo formado por las partículas y la mecánica cuántica? Ellos responderán que todo se hace en pro de la cultura; que a la investigación científica no se le pueden poner peros, que es ella la que nos ha llevado a la situación buena o dudosa (como la destrucción del clima) donde estamos hoy parados… Pero no debemos olvidar que la ciencia es en unos casos satisfactoria, pero en otros tiene su dosis de perversión y muchas situaciones destructivas.

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