viernes, 11 de mayo de 2012



Nuevas
actitudes
Me preocupa el hecho de que yo, ahora, a medida que me voy haciendo mayor, tiendo a contemplar la vida con cierto escepticismo y con una pizca de desconfianza; incluso, sintiéndome molesto a veces conmigo y con los demás. Las acciones, las actitudes, los gestos, las emperradas costumbres de las personas, sus manías —incluso, sus creenciasme parecen exacerbados y sin fuste… Veo a la gente obsesionada, sobre todo, y eso hace que los juzgue con ironía e incredulidad. Me ocurre, principalmente, al constatar que todo el mundo se afana y se desvela, acrecienta sus ansiedades, busca notoriedad, persiguiendo signos falsos, vacíos, que no merecerían la pena, y que, a la larga, no producen satisfacción alguna o no una satisfacción sólida y permanente, de esas que llenan y conviven en el cofre de las auténticas emociones; o sea, entiéndeme, me refiero a aquellas que son anheladas por el corazón, por el alma, o por el espíritu. 
Claro, debo confesar que estos cambios de mis puntos de vista son atribuibles a mi mayoría de edad, exclusivamente; es decir, a la vejez, al hecho de que a medida que se acumulan los años se van viendo las cosas con mayores exigencias (tal vez con más arrogancia —o quizá con más envidia). Porque, voy más allá: si me hago un auto-examen y miro hacia mi propio pasado, veo en mí los mismos defectos que atribuyo ahora a los más jóvenes. Y, no obstante, me irrito conmigo mismo al comprobar como desperdicié mi tiempo en bagatelas, en simplezas, sin reparar en las magnificencias que me ofrecía la vida. 
Esto me lleva a pensar que, una de dos: o es que están ocurriendo cambios profundos en las costumbres, en la marcha de la vida, o es que soy yo, que, a medida que acumulo años, voy viendo las cosas con unos ojos y unos criterios más críticos, que tienden a reformar (o deformar) la realidad cotidiana. Y a reconstruirla a mi modo un tanto caduco. 
Porque, al margen de lo que diga y como lo diga, y pidiendo disculpas debido a que a los viejos, sin que podamos evitarlo, se nos va desarrollando una sensibilidad especial como consecuencia de tener más cercana la muerte y de ir sintiéndose cada vez más excluido, menos escuchado, cada día menos tenido en cuenta, en realidad yo creo que la vida es como es o dependiente de cómo uno se la tome, del carácter que se tenga. En una palabra: de la personalidad. 

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