jueves, 27 de julio de 2017

Como las rosas

Yo podría describirme a mí mismo diciendo que soy una especie de embaucador cerebral, o un exaltado, o un creador de historias. Claro, hay que entender que viviendo solo como yo vivo, en esta soledad que me encierro no tengo más remedio que arreglármelas para salir adelante pensando cosas estrambóticas o inasequibles. Por ejemplo, resucitando a los seres más queridos y entendiéndome con ellos. Como a mi difunta mujer, Angelina
Claro, ahora las cosas han cambiado: cuando yo era un adolescente todo estaba prohibido. Teníamos que vivir casi en la clandestinidad. A mi, que era un poco más libre de pensamiento, mis tías me trataban mal. Difundieron de mí que yo era un embustero; que no hacía caso a nadie. Que era casi un pervertido, irrespetuoso, poco piadoso… ¡Claro, cómo tenía que ser el hijo de un comunista!

1 comentario:

  1. Buenas noches, Jacinto Eduardo de Ontañón:

    Aunque sea con retraso -de tres meses largos-, quiero felicitarle por su 85 cumpleaños.
    Sus escritos me encantan. En su caso sí que se cumple aquello de que "de tal palo tal astilla", ya que su padre y su abuelo fueron estupendos escritores.
    También he tenido la suerte de leer algún escrito de Manuel Ontañón Valiente, primo de su padre, en el que se aprecia su nobleza y bondad.
    Parece que, en su infancia en Madrid estuvieron más relacionados con la familia materna. Interesantísimos todos sus recuerdos de la vuelta de su padre. Creo que deberían publicarse en un libro. También sus pensamientos y saber.

    Saludos. María Ángeles Martín Rodríguez

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