viernes, 16 de noviembre de 2012



Las cosas por su nombre

Por favor, no confundan… La organización de la vida, el progreso, la multiplicación de los seres según las exigencias de la Naturaleza, depende, retoña, progresa gracias a la unión de un hombre con una mujer o de una mujer con un hombre. Solo de ellos depende uno de los fines más importantes (tal vez en más importante) de la Naturaleza: la producción de seres. Yo no padezco homofobia, que conste, pero hay que darle a las cosas su verdadero sentido. ¿Que un hombre prefiere a otro hombre para amarse? ¡Es asunto de ellos! ¿Que una mujer prefiere a otra mujer para vivir su vida? Es una decisión exclusiva, individual, que a nadie le importa. ¿Que exigen que los gobiernos consideren para todos los efectos –pensiones, respeto, trato, etc.– estas uniones «no convencionales» como un derecho del ciudadano, y sea implantada como una fórmula burocrática más? Lo entiendo y me parece no solo aceptable, sino conveniente. Pero que no lo llamen matrimonio, porque no lo es. Eso significa confundir los términos, no responde al verdadero sentido de la vida. Es querer implantar que tiene las mismas raíces, el mismo significado el matrimonio entre heterosexuales y homosexuales, y no es la misma cosa. Es tergiversar el sentido filosófico y biológico del asunto, es decir, equivocar los conceptos, simularlos. La mujer lesbiana obtiene su satisfacción mediante el frotamiento con la otra, o introduciéndose un pene de mentira. O mediante la función oral. Pero eso es puramente sexo, sólo sexo. No tiene otro objetivo y no responde al llamado de la Naturaleza. Y el hombre igual. Que un hombre tenga sexo con otro hombre no indica al verdadero sentido del amor, que es procrear. Que un hombre le introduzca a otro hombre el pene por el ano, no produce, quizás, sino placer (combinado con cierta dosis de disposición mental). El ano, el intestino grueso en su última fase, tiene unas papilas que solo funcionan de adentro hacia afuera y que persiguen expulsar el excremento del cual el organismo quiere deshacerse. Lo demás es charlatanería, ficción, filosofía barata; es disfrazar las cosas. Igual que si nos referimos al término de la paternidad. Un nene, una nena, necesitas un papá y una mamá. No dos papás o dos mamás… 
Jueguen, diviértanse, pero no disfracen las cosas, por favor.